25 abril 2005

Entre la buena fe y el silencio

José Luis Quiroz Campos

“Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala
es el silencio de la gente buena”
Mahatma Gandhi

Momentos de buenas intenciones

Dicen por ahí que el camino al infierno esta empedrado de buenas intenciones, esta frase resume el sentir mexicano de estos días de resistencia civil en contra del desafuero de Andrés Manuel López Obrador Jefe de Gobierno del DF, y es que la actuación de ciudadanos bien intencionados que actúen de buena fe, eso ni duda cabe, ¿pero que motiva a ciudadanos a actuar primero en un sentido y después en otro? Y es que el cambio de las actitudes deja mucho que desear ya que se pasa abruptamente de feroces acusadores a nobles defensores... ¿de que se trata?, es la interrogante, ya que los CC. Gabriela Cuevas y Jorge Lara asambleístas de la Asamblea Legislativa del DF que de alguna forma han estado a favor del desafuero, en un plan con maña y confabulados con dependencias federales se cooperaron para pagar una fianza para que el acusado/desaforado/beneficiario solo tuviera el status de presentación que no de aprehensión.

Pero vaya contrariedad, lo que es la vida, por que posteriormente en una conferencia realizada el día vienes 22 de abril, en el Juzgado del distrito 12 cuyo titular es Juan José Olvera asignado para el caso del desafuero, donde se da a conocer que se regresaba el expediente que consignaba el delito de desacato a una orden judicial en virtud de que el análisis del juzgado, era que el MP no había actuado de manera adecuada ya que había dispuesto de la libertad del acusado sin que estuviera a su disposición, y así mismo con el expediente se devolvía el billete de deposito de la fianza.

Podría uno imaginarse las siguientes frases que vendrán en el devenir de los días, que serian: Sr. López, usted disculpe, es que actuamos de buena fe, y que son propias del talante y de los buenos modales y costumbre de los defensores a ultranza de un partido conservador.

Momentos de silencio

Primero llego el silencio, ese silencio el de los cómplices y confabuladores, aquel que hacia callar necedades y falsedades donde solo pocos lo comparten, ese silencio que dejaba sin palabras a cómplices de una canallada de un acto cobarde que se quería consumar, rumiaban en lo desértico para que nadie los viera o notara su coraje pero sobre todo su tristeza por lo cual se empezaría un autosilencio, que se habían impuesto como un voto de guardar lo que se tenia que decir, pero que ya no se dirá.

Después el silencio de una marcha, otro tipo de silencio el de los inocentes que inundo la estancia de las calles de la ciudad de la esperanza, y que se escucho en todo el país y traspaso las fronteras, donde solo los latidos que se escuchaban contenían emociones guardadas que anhelaban salir para dar cuenta que ese silencio que se esparcía y se elevaba al cielo como una plegaria y que se manifestaba por una causa justa, ya que es una lucha por la defensa de los derechos civiles, la democracia y la restauración de la republica, por que quizás fueron cientos, miles, cientos de miles o rebasaban el millón de voces silenciosas que inundaron el corazón de México, la antigua Tenichtitlan, la hoy renovada ciudad de la esperanza.